TANGO
Nació en mitad de los barrios menos favorecidos de Buenos Aires. Fruto del deseo carnal de los hombres que se dirigieron a Argentina en el siglo XIX en busca de fortuna, el tango fue bailado en un principio entre hombres, ya que las mujeres se negaban a bailarlo por tratarse de una coreografía que poseéa connotaciones explícitamente sexuales.
Como afirma Manuel Castelló en su obra Los Bailes de Pareja, "bailar un tango como es debido aquivale a simular con todo desparpajo un arrebato amoroso en público".
Sus raíces melódicas, situadas en la milonga y en el camdombe, le han dado su ritmo marcado y melodioso a la vez que su pasión y desgarro. El tango nació en los prostíbulos bonaerenses, lugar donde se dirigían los inmigrantes europeos en busca de la manera de saciar su deseo en un lugar donde la proporción de mujeres con respecto a los hombres era realmente desfavorecedora (no en vano, siete de cada diez personas en Buenos Aires eran hombres y las mujeres que había no querían participar en un baile de pedularias )
La cantidad de adjetivos que ha inspirado el tango no tiene parangón con ningún otro baile: pecador, traicionero, lleno de abandono, entre lágrimas y desesperación, entre despecho, ternura y melancolía.
Su carácter puramente sexual queda patente en los títulos de algunos de los tangos que se podían disfrutar en esa Argentina de compadritos matones que podían cometer cualquier asesinato sólo por razones pasionales o por el amor a un amigo: Átocamelo que me gusta!, Dos sin sacarla, Dejamelo morir dentro o Con qué tropieza que no dentra.
El escándalo que rodeaba al tango provocó que en 1910 el gobierno argentino lo prohibiera por inmoral e impropio de una sociedad civilizada. Pero la medida fue contraproducente, al menos fuera de las fronteras de Argentina. Su prohibición le dio una publicidad internacional que desperta la curiosidad del viejo continente. El tango, adecuado un poco a la moral de la Europa de principios del siglo XX, se convirtió en un baile demandado por los ciudadanos pertenecientes a los estratos sociales más altos. Además, músicos y bailarines de tango tuvieron que emigrar a Europa en busca de trabajo. París se convirtió en un verdadero santuario del tango: restaurantes de lujo ofrecían la posibilidad de cenar y asistir a espectáculos con el más puro estilo bonaerense. Pronto, ya al gusto europeo, aunque conservando su carga de pasión y erotismo que ya jamás perderá, pasa a los salones de la alta sociedad.
También topó el tango con la iglesia. Tanta fama en torno a lo explícitamente sexual que era el baile argentino lo llevó frente al papa Pío XI en 1924. Como lo cuenta Manuel Castelló: "La audiencia se prepara cuidadosamente. El bailarín Casimiro Aín Çel vasco se presenta el 1 de febrero de 1924 a las 19.25 h., vestido de frac, de acuerdo con el protocolo, y una mujer, que no está claro si era su hermana o su mujer, con falda larga azul oscuro y zapatos de monja. Bailan el tango Ave María. Se omiten los acercamientos y las figuras más comprometidas. El papa tuvo suficientes elementos de juicio para absolverlo, aunque con reparos. Lo que parece claro es que no queda conmovido, a pesar de que ese día se inventó un paso llamado Salute al Papa. Dice Casimiro textualmente: "yo iba bailando y al enfrentarme a Su Santidad, hice una corridita y me detuve con la compañera en esta forma, así, hacia la izquierda".
La música se toca en un compás 2/4, con un característico acento entrecortado en sus notas. Con mucha frecuencia, hoy en día se interpreta en compás 4/4. El bandoneón se ha convertido en el símbolo del tango, aunque no está en las primeras orquestas del Río de la Plata, que se componían, básicamente, de piano, violín y flauta y, a veces, de guitarra.
Algunos títulos de tango que se han convertido en clásicos del género en el mundo entero son: La Cumparsita, Volver, El Choclo, A media luz, Mi Buenos Aires querido, Adiós pampa mía, Blue tango, La cieguita, etcétera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario